En anteriores entradas hemos presentado lugares del interior (pequeñas ciudades, pueblos) de la provincia alicantina que decididamente derrumban el mito y estereotipo que presentan a Alicante como únicamente un sitio de veraneo, de sol y playa. Si hasta el momento no hemos conseguido cambiar este parecer, vamos en esta ocasión a volver a intentarlo con otra perla interior de gran valor.

En esta oportunidad, nos dirigiremos a 60 km al norte de Alicante con el fin de visitar Guadalest, una pequeña localidad de alma medieval que cuenta con apenas 208 habitantes. No sin motivo es considerada como uno de los más bellos lugares de la Costa Blanca y de toda España. A pesar de su cercanía a la costa, su entorno no nos recuerda en nada a los paisajes costeros. Guadalest se encuentra rodeada por un valle del mismo nombre y por los picos montañosos más altos de la Comunidad Valenciana: al norte el Morro Blau (1126 m), al sur el Pico de Aitana (1558 m) y al oeste el Llano de la Casa (1379 m). El pueblo se divide en dos partes bien diferenciadas. La primera de ellas la constituye el barrio medieval, también conocido como barrio del castillo, se encuentra rodeado a un lado por su muralla defensiva y al otro por la ladera, con sus casas en escarpada postura. La segunda parte del pueblo se llama barrio del Arrabal, construido fuera de los muros de la villa, a causa del crecimiento demográfico posterior del pueblo. Precisamente, desde aquí comenzaremos nuestro paseo, deambulando por las callejuelas y rincones en los que se esconden la historia, cultura y tradiciones de Guadalest.

Al barrio del castillo podremos acceder bien a pie o bien subiendo en coche. Podremos aparcar nuestro vehículo en alguno de los aparcamientos del municipio. Ya yendo hacia arriba por las estrechas y empedradas callejuelas, llegaremos al Portal de San Josep, se trata de un túnel excavado sobre la misma roca. Estamos ante el corredor que nos conducirá a la bella y momumental parte de la población con sus pintorescas casas blancas de una planta. A pesar de que a primera vista, nos produzca la impresión de que el barrio es pequeño, no deberíamos equivocarnos y terminar nuestra visita con un rápido paseo. Este barrio medieval de raíces árabes esconde en su interior abundantes rincones que no dejarán indiferente al visitante. Así, comenzaremos dirigiendo nuestros pasos a la coqueta plaza donde se encuentra el ayuntamiento, en el interior del aparentemente discreto edificio del siglo XII se encuentra un bello pozo y la antigua cárcel. Siguiendo nuestra marcha, llegaremos a la calle principal, donde nos toparemos con la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Su construcción data del siglo XVIII, aunque fue reconstruida en los años 60 del siglo pasado por motivo de los destrozos e incendios acaecidos durante la Guerra Civil. Justo al lado se localizan los mayores tesoros de Guadalest: la Casa Orduña, la fortaleza de Alcozaiba y el castillo de San José. Para visitar los tres precisaremos comprar un billete de entrada cuyo precio de 4 euros no resulta en ningún caso excesivo porque realmente merece la pena. La Casa Orduña, conocida también como la »Gran Casa» fue construida tras el gran terremoto sufrido en 1644 que destruyó el interior del castillo. Después de todos los fuegos y saqueos que trajo la guerra de Sucesión del año 1708, la familia Orduña decidió devolver el esplendor anterior a dicho lugar. Gracias a los trabajos de rehabilitación y conservación del edificio podemos contemplar la apariencia que tenían los hogares de la nobleza de la provincia de Alicante, allá por el siglo XIX. En las cuatro plantas de la Casa Orduña admiraremos salas con: el mobiliario de la época, completos juegos de cerámica, obras de arte religioso, una capilla llamada sala de la Virgen, la biblioteca, la sala de los mapas, la cocina con su despensa y el sótano. Aparte de ello, durante todo el año tienen lugar exposiciones de la más variada temática. Siguiendo y saliendo por la parte superior de la Casa Orduña, nos adentraremos en la fortaleza de Alcozaiba. Desafortunadamente, tras el terremoto y la guerra de la Sucesión, de esta fortificación árabe proveniente del siglo XI se han conservado únicamente algunos restos de su torre. A pesar del no intacto estado de la torre, merece la pena subir por ella para así poder disfrutar de las fantásticas vistas del pueblo y sus paisajes. Finalmente y como culmen deberemos dirigirnos al castillo de San José, que a igual que las anteriores construcciones procede del siglo XI. Se encuentra erigido según las normas arquitectónicas del arte musulmán de la época y aprovecha su inclinada posición orográfica, constituyendo la edificación más elevada de Guadalest. Desde allí podremos divisar uno de los puntos más bellos de la provincia de Alicante, que es el embalse de Guadalest, con sus colores entre esmeralda y turquesa. Gracias a su posición geográfica, el castillo tuvo un importante papel tanto durante la Edad Media como en épocas posteriores. Su escarpada ubicación dificultó sobremanera su conquista; hasta 1335 estuvo en manos musulmanas, a partir de ese momento los cristianos repoblaron esa zona, expulsando definitivamente a los árabes en el año 1609. Hoy en día junto a la mayoría de personas de religión católica que viven en Guadalest se suman algunas personas de credo musulmán. Al igual que en las otras construcciones, el castillo sufrió los efectos del citado terremoto y las guerras acaecidas. En 1974, la villa de Guadalest adquirió la denominación de conjunto histórico y artístico.

Digno de mencionar resulta que esta población ofrece muchas cosas hermosas, al igual que curiosas. Así, podremos visitar hasta seis museos diferentes. Entre ellos destacaremos el museo Microgigante y el museo de Microminiaturas, en este último dominan figuras de primera magnitud que para su deleite y contemplación resulta imprescindible el empleo de una lupa. Son obras u obras diminutas -pero solo por su tamaño-. Estas fueron creadas por el artista Manuel Ussá, en ellas se muestran cuadros y edificios famosos ejecutados sobre bases igualmente minúsculas como: la cabeza de una aguja, un grano de arroz, la hoja de una cebolla o el ala de una mosca. Asimismo, merece la pena visitar el museo Etnológico, en él se da a conocer la vida cotidiana de los habitantes del valle de Guadalest entre los siglos XVI y XX. Si nuestro apetito museístico todavía no estuviera saciado, ante nosotros todavía estarían: el museo Histórico Medieval (dedicado a la historia de la Edad Media), el museo de Vehículos Históricos (dedicado a vehículos de época), el museo Antonio Marco y el museo de Saleros y Pimenteros.

Espero que nuestra amplia descripción, pero en ningún caso completa de Guadalest, os anime a una próxima visita. En caso de que quisiéramos obtener más información, en el pueblo se encuentra una oficina de información turística, donde recibiremos folletos y mapas gratuitos. Recomendamos su visita antes de temporada alta, ya que en esa época se convierte en excursión obligada de muchos turistas ya hartos de estar tumbados al sol de la playa. En la citada época estival las calles suelen estar atestadas, perdiendo por ello el pueblo algo de su sosiego y encanto original.