En múltiples de nuestros anteriores artículos nos hemos detenido en sorprendentes y bellos parajes de la provincia de Alicante, en este vamos a dirigir nuestra mirada a otro de ellos: la Cueva de las Calaveras. La citada gruta se encuentra enclavada en la Sierra de Seguilí, perteneciente a la cadena de Sierras Diánicas que cruzan de suroeste a noroeste la provincia de Alicante que testifican una vez más la accidentada orografía alicantina, además de su variedad y riqueza geológica. En concreto, esta cavidad se localiza en la pequeña población de Benidoleig a pocos kilómetros de Pedreguer. Sin demasiado esfuerzo ni dificultad, el visitante puede admirar una curiosa formación kárstica, fruto de la milenaria evolución de rocas de naturaleza calcárea. La ubicación de la cueva se encuentra a unos 70 metros de altitud, en dirección norte y posee una longitud de 440 metros. En su interior destacan estalactitas, estalagmitas y cúpulas que rondan los 50 metros de altura, y se tiene la casi total certeza de que seres humanos habitaron estas cuevas hace unos 130.000 años.

A pesar de toda su antigüedad, no tenemos constancia de ninguna exploración documentada hasta el año 1768, esta primera fue dirigida por el botánico Cavanilles; en su reconocimiento del terreno encontró las calaveras que fueron la causa del origen del nombre de la cavidad. Dichos huesos correspondían a doce agricultores musulmanes de la época que perecieron en el interior de la gruta en su intento de poder crear un sistema de transporte de agua del interior al exterior. Este hecho hizo correr la imaginación de más de uno y surgió la leyenda que atribuía los huesos al rey moro, Ahlí Moho, famoso por su tesoro y harén de 150 mujeres, que se refugiaron y perecieron en la cueva en su afán por escapar del Cid Campeador.

Aparte de las mencionadas calaveras, Cavanilles halló enterramientos humanos correspondientes al Paleolítico y Eneolítico, utensilios como: hachas, puntas de flechas o piedras para cocinar, además de restos oseos de osos, hienas, caballos, hipopótamos, rinocerontes, etc. Gran parte de estos hallazgos se encuentran repartidos en la actualidad entre los museos arquelógicos de Alicante y Alcoy.

Sin embargo, a pesar del gran paso que supusieron los citados descubrimientos, no se realizaron las primeras visitas turísticas hasta el siglo XX, siendo utilizada la cueva durante la Guerra Civil como almacén y refugio. A partir de los años 70 se efectuaron las reformas de adaptación pertinentes para ser abierta como atracción turística . Con todo ello, la cueva cuenta con una zona visitable general, para todo el público, y otra segunda área donde únicamente espeolólogos o personas autorizadas pueden acceder. Al interior pasaremos por una entrada que destaca por su color más oscuro, se piensa que se trata del hollín acumulado que producían las hogueras encendidas por los lugareños tanto con el fin de calentarse como el de asustar a los animales salvajes que merodeaban por la zona. Especialmente, nos llamará la atención, la facilidad de acceso gracias a unas amplias pasarelas de madera habilitadas – ideal tanto para la circulación de carritos de niños como para las sillas de ruedas. Además, dispone de paneles informativos en cinco idiomas, hilo musical, aparte de un correcto y poco invasivo sistema de iluminación. El complejo se encuentra dividido en salas, con sus denominaciones correspondientes:
Sala de los murciélagos: en ella los murciélagos campan a sus anchas en las horas nocturnas, teniendo su escondite entre las altas bóvedas del lugar.
Sala de los huesos: aquí se encontraron restos humanos y animales como: ciervos, caballos e incluso un diente de un hipopótamo. En sus paneles vemos la historia de la evolución del ser humano.

Sala de la campana: En esta se mezclan las estalactitas que constituyen las rocas salientes del techo de la cueva y las estalagmitas que parten desde el suelo; entre ellas: una de enormes dimensiones, llamada campana -los lugareños dicen que si la tocásemos, oiríamos un sonido similar al de un timbre-. Aparte de ello, los paneles nos instruyen acerca del proceso de formación de tanto las estalactitas como las estalagmitas.

Sala de los helechos: Dedicado a esas singulares plantas que precisan apenas luz solar, pero si abundante humedad. Dichos vegetales resultan bien visibles en esta gruta.

Sala del lago azul: En otro tiempo fue un estanque azul de unos 12 metros de longitud que se intentó aprovechar para labores de riego, en la actualidad se encuentra tapado y empedrado, por lo que se puede pasar por ahí sin ninguna dificultad.

Sala de los fósiles: Aquí nos encontraremos con llamativos fósiles, en este punto recibiremos información sobre el proceso de formación de los citados organismos.

Sala de la balsa: En esta parte se encuentran los restos de madera de una embarcación, los huesos y las doce calaveras que dan nombre a esta gruta.

Sala de la calcita: En este tramo observaremos cuarzos o cristalizaciones de calcita. Los paneles nos aportarán cuantiosa y cualtitativa información sobre los minerales.

Sala de los ammonites: En sus muros veremos restos de ammonites, es decir de moluscos cefalopodos que existían hace millones de años y que hoy en día constituyen una precisa e importante herramienta a la hora de datar la antigüedad de las rocas.

El complejo cuenta con un amplio aparcamiento gratuito, bar, tienda de recuerdos y parque infantil.

Horario de apertura:

En invierno de 9:00 a 18:00.
En verano de 9:00 a 20:00.

Precios de las entradas:
Adultos: 3,90 euros
Niños a partir de 4 años: 2 euros.

¿Cómo llegar desde Alicante?
La distancia desde Alicante capital a la Cueva de las Calaveras en Benidoleig es de unos 92 km.

Al salir de Alicante tomaremos la A-70, para después dirigirnos a la AP-7 dirección Villajoyosa/Valencia, ahí seguiremos 68 km para posteriormente coger la salida 62 en dirección a Denia, a continuación la CV-731, dirección Ondara/ El Verger/ Orba, pasados 5,5 km continuaremos un kilómetro más por la CV-733 (Carretera de Pedreguer) y giraremos a la derecha para llegar finalmente a nuestro destino.