Puede que durante nuestra estancia en Alicante y alrededores sintamos una repentina necesidad de visitar una isla paradisiaca. En este caso quizás no debamos andar buscando vuelos a otras islas de fama internacional, ya que la Costa Blanca está repleta de pequeñas e increíblemente bellas islas e islotes. En este artículo os queremos llevar a una de ellas: la isla de Tabarca, localizada a 22 km de Alicante. Tabarca es la más grande isla perteneciente a la Comunidad Valenciana. En la actualidad cuenta con menos de 100 habitantes, aunque algunos días durante el período veraniego puede alcanzar la cifra de 3000 visitantes. A pesar de que se trata como hemos comentado de la mayor isla de Alicante, sus dimensiones son ciertamente modestas – 400 m de ancho, por 1800 m de largo-. El archipiélago consta de una isla principal (la única habitada), conocida con los nombres de isla Plana, San Pablo o Nueva Tabarca, y por los islotes de la Cantera, la Galera y la Nao. Tomando en consideración la localización, a primera vista podemos imaginar la importancia estratégica que en un pasado poseyó dicho lugar en el mar Mediterráneo. Por una parte, podía cumplir las funciones de estación de vigilancia de la costa y por otra, constituía una excelente base de ataque. Según los estudios realizados, la isla estaba ya habitada en tiempos romanos, allá por el siglo IV antes de Cristo. Sirvió de refugio a piratas berberiscos. En el siglo XVIII, el rey Carlos III mandó fortificarla y repoblarla con familias de pescadores genoveses presos en la ciudad tunecina de Tabarka que fueron liberados por soldados españoles. En memoria a la ciudad del cautiverio de estos repobladores, recibe en la actualidad su nombre la isla. Desde 1980 sus murallas se han encontrado en continuo proceso de conservación y restauración, aún así, resulta posible todavía admirar sus elementos de piedra originales.
A la isla podemos llegar en catamaranes, lanchas o barco taxis. Durante todo el año circulan desde Alicante y Santa Pola. Durante el verano hay también travesías desde Torrevieja, Benidorm y Guardamar del Segura. A pesar de la competencia de las múltiples empresas que efectúan el viaje, los precios no varían en demasía. El trayecto más corto y barato se realiza desde Santa Pola, si compramos los billetes por Internet, su precio será de 10 euros, ida y vuelta. Igualmente, podemos comprarlos en el puerto, sin embargo, su precio aumentará a unos 15 euros. Desde Alicante, un billete de ida y vuelta nos cuesta unos 18 euros. Los precios de las travesías desde otros puertos ascienden a más de 20 euros. En la mayoría de los casos existen descuentos en los billetes para los niños y jubilados. En caso de que suframos de mareos en barco, resulta conveniente que elijamos una embarcación más grande, ya que suelen ser más estables que las pequeñas para 20 o 30 personas. Los catamaranes y lanchas hacen el trayecto con gran frecuencia, normalmente no existe un horario exacto, por ello, es recomendable colocarse a la cola, a la espera de la embarcación. La travesía dura unos 25 minutos desde Santa Pola y 40 minutos desde Alicante. Merece la pena, disfrutar de las preciosas vistas a lo largo de la Costa Blanca. La hora más aconsejable para empezar nuestra excursión es alrededor de las 10 de la mañana, a esa hora evitaremos el habitual tumulto de turistas.
Tabarca nos da la bienvenida con su coqueto y lindo puerto, en él se encuentran amarradas pequeñas barcas de pescadores. Yendo en dirección al pueblecito nos encontramos con las ya nombradas murallas, su nombre Puerta de Levante o también de San Rafael. Al principio podemos hacer un paseo dirigiéndonos a la Torre de San José. En el siglo XIX, este edificio hacía las funciones de cárcel y cuartel militar. Vemos que hay una entrada con escalinata, desgraciadamente nos tenemos que conformar con una visita por el exterior, ya que no podemos entrar, el edificio se encuentra a la espera de su reconstrucción. Al sur de la torre se ubica una de las playas, la realidad es que sus aguas cristalinas nos invitan a darnos un chapuzón. Enfrente de la mencionada playa se encuentra el islote Galera. Si seguimos andando por la playa, divisaremos el faro, data del siglo XIX. Su peculiariedad estriba en que se ubica algo alejado de la orilla, debido a que aparte de su tarea de señalización y guía, cumplía la función de escuela de formación de fareros, -en su interior se ubicaba una escuela que preparaba para esa antigua profesión-. En el borde oriental de la isla se encuentra cercado el pequeño cementerio. El paseo por esta parte deshabitada nos traslada a un ambiente único. Regresando por la parte occidental de la isla pasaremos por las ruinas de diversos edificios. Ya delante del puerto se sitúa el Museo Histórico. Si deseamos visitarlo, no nos olvidemos de consultar sus horarios de apertura. Junto al museo se encuentra la playa principal y la puerta de Levante, que nos conduce a la calle principal, lugar obligado para comer, podemos deleitarnos con la especialidad del lugar: el caldero de Tabarca, plato marinero que combina a la perfección el pescado de la zona. Igualmente, una buena idea puede ser degustar una paella o marisco en compañía de una sangría o un vino.
Más adelante, cuando giremos a la derecha de la calle principal, nos encontraremos con la puerta de San Miguel de Tierra. Se encuentra justo al lado de la orilla del mar, por ello no pasemos la ocasión de contemplar y admirar por unos momentos sus maravillosas vistas.
En 1986, Tabarca fue reconocida como la la primera reserva marina de España, la primera reserva de este tipo considerada en todo el territorio nacional, gracias a la importancia y singularidad de su fauna y flora.
Visitando la parte habitada de la isla, es recomendable introducirse por sus callejuelas y descubrir algunos curiosos rincones, tales como la iglesia de San Pedro y San Pablo, se trata de un edificio de una nave con dos torres, su fachada se proyectó con vistas a construir un castillo, sin embargo este no fue nunca construido. También podemos ver la Casa del Gobernador, lugar donde estacionaba la caballería del ejército y hoy día establecimiento hotelero de gran encanto. Tampoco debemos olvidarnos de visitar la Cueva del Llop Marí. Posee una longitud de 100 m y dos entradas, se puede llegar en canoa o en tabla y su acceso al interior se realiza a nado o buceando. Además, como toda cueva que se precie, esta posee su leyenda que habla de un monstruo marino, de cuerpo liso y viscoso, de enormes dientes que descansa durante el día en la cueva y por las noches sale a asustar a los habitantes de la isla. En caso de que no creamos en la leyenda o en el caso de que queramos verificar su veracidad, podemos pasar la noche en algunos de los hoteles abiertos durante la temporada. La principal ventaja de dormir en Tabarca es ver su verdadera y sosegada cara, ya liberada durante el anochecer del runrún de los turistas. Si planeamos pasar un día en Tabarca y buscamos evitar las multitudes y bullicios, debemos ir fuera de temporada, es decir, nunca entre junio y septiembre, eludiendo en especial julio y agosto. Por todo lo dicho, y a pesar de que muchas guías turísticas no hagan mención especial a la isla, una cosa es segura que estando de vacaciones por Alicante y alrededores, no debemos dejar pasar la oportunidad de visitar Tabarca, su visita no será en ningún caso una pérdida de tiempo y dinero.