La Navidad en España constituye un momento ideal para el encuentro con la familia, el descanso e igualmente para la reflexión personal. A pesar de que la celebración del nacimiento de Jesús se celebra el 24 y 25 de diciembre, toda la preparación para estos días ya se ha iniciado mucho antes con el fin de que todo esté controlado hasta el último detalle y que por ello no falten los elementos fundamentales que nos trasladan al ambiente y tradición navideña española. Uno de ellos lo constituye el pesebre o belén de Navidad, que nos representa el nacimiento del niño Jesús. Junto al árbol de Navidad, el belén se pone y expone en las casas privadas, iglesias, instituciones, calles y centros comerciales, en muchos casos podemos encontrarnos con figuras de tamaño natural, o de carne y hueso como en el caso de los belenes vivientes.
Es indudable que el belén navideño se encuentra muy enraizado en la cultura católica. Algunos arqueólogos indican que la tradición posee un origen que se remonta a tiempos del Imperio romano, como prueba de ello se aporta un pequeño belén hallado en las catacumbas de la ciudad de Priscila que data del siglo II. A pesar de este dato, los primeros belenes de los que tenemos constancia provienen del siglo XIII, su precursor, se dice que fue san Francisco de Asís, ya que en el año 1223 durante la Nochebuena decidió conmemorar el nacimiento de Jesucristo preparando en una cueva una singular escenografía belenística en la que aparecían bueyes y burros. Unos años después el arquitecto Arnolfo di Cambio creó una escultura de mármol que sirvió de base para los belenes futuros que ha llegado hasta nuestros días.
En España, los primeros intentos de realización de un nacimiento datan del siglo XV, gracias a la labor de la orden franciscana. Hoy día podemos admirar en el Monasterio de las Descalzas Reales en Madrid el famoso Belén de Coral procedente del siglo XVI, sus figuras fueron labradas en coral, plata y bronce. De esta época en toda España destacan los belenes creados por Martínez Montañés y Luisa Roldán. Como curiosidad digna de mención destacamos que a la muerte del dramaturgo Lope de Vega se descubrió una importante colección de figuras pertenecientes al belén de su casa. La tradición de poner un nacimiento en las casas cobró popularidad a lo largo del siglo XVIII, gracias a la importada tradición italiana que introdujo y popularizó el rey Carlos III. Para ello, hizo traer figuras de Italia y posteriormente otras fueron realizadas en España; de esta labor nació la colección que es posible contemplar en el Belén del Príncipe que se encuentra expuesto en el Palacio Real de Madrid. De este modo y progresivamente, poner un nacimiento pasó de constituir un privilegio único de las élites que más tarde asimilarían las clases medias y finalmente acabaría arraigando en las clases bajas. Como resultado de su popularización se produjo un aumento en la cantidad y a la par una disminución de los valores artísticos de los nacimientos en su conjunto.
Millones de hogares se ponen mano a la obra, –pasando el día 6 de diciembre (día de la Constitución) y teniendo como plazo hasta el mismo día 24 de diciembre para cumplir con la tradición-, de bolsas viejas se sacan figuras, complementos y accesorios que iluminan o emiten sonidos. Y después de esto, se añadirán elementos nuevos recién comprados ese presente año que hacen que cada año la colección se incremente. Ante lo dicho, nos surge la pregunta: ¿Qué elementos no pueden faltar en un belén español?
Sin lugar a dudas que el primero de ellos es el Niño Jesús, resulta evidente que constituye la figura principal y a la que se presta más atención. En general, se presenta como un bebé tumbado en una cuna, con pañales de tela blancos, sobre su cabeza se encuentra una aureola de oro como símbolo de su santidad. Asimismo, podemos observar otra presentación en la que el Niño aparece en brazos de su madre, la Virgen María. La Virgen aparece habitualmente a la izquierda de Jesús, casi siempre ocupando una posición sentada y mirando al recién nacido. Su túnica tiene colores claros y sobre su cabeza pende también una aureola. A la derecha del Niño Jesús se halla la figura de José, que igualmente mantiene su mirada fija en el recién nacido. En una mano agarra un cayado, igualmente lleva aureola sobre su cabeza y en sus vestimentas, al contrario de María, usa colores más oscuros como: el marrón, beis o azul marino. A pesar de que el emérito papa Benedicto XVI ha señalado en diversas ocasiones que durante el nacimiento de Jesús no le acompañaba ningún animal en el pesebre, los bueyes y burros constituyen elementos casi obligatorios de la simbología belenística. Se hallan colocados a ambos lados, justamente por detrás de María y José. Aparte de las citadas figuras que deben aparecer en cada belén tradicional, hay otras que se dejan al albedrío y creatividad del autor. Entre estas, tenemos a los ángeles que normalmente tienen un tamaño reducido, van vestidos de blanco y constan de alas y aureola. Se encuentran colgados sobre las figuras de Jesús, María y José. Otros personajes que sin ser obligatorios se presentan con asiduidad son los Reyes Magos que con frecuencia se muestran con sus camellos. Muchas veces presentados de camino al portal, otras veces haciendo ofrenda de sus regalos en forma de oro, incienso y mirra; en este caso se presentarán en posición reverencial, –ya sea de pie o agachados-, ante el recién nacido, hijo de Dios. En casi todos los pesebres no suelen faltar los pastores con su rebaño de ovejas, cabras, a veces patos o incluso cerdos. Una figura curiosa y divertida, típica de las regiones de Cataluña y Valencia, es el caganer; este nunca se incluye en un primer plano, sino en un lugar discreto, pero perfectamente visible. Este personaje aporta un matiz humorístico a la representación y presenta a un hombre con gorro rojo y camisa blanca mostrando con aire orgulloso sus posaderas a la hora de defecar; esta figura dice la tradición que traerá suerte para el año venidero. El personaje quiere explicarnos que todos somos iguales ante “los imponderables de la naturaleza”. Es un símbolo que muestra que al retrete, ya seamos ricos o pobres, debemos ir sin excepción. En la actualidad, la figura del caganer ha tomado diversas formas, así podemos ver al Papa, a figuras televisivas o a políticos denostados.
Si nos encontramos en Alicante del 11 de diciembre al 6 de enero de 2019 podremos contemplar el belén expuesto en el zaguán del ayuntamiento de Alicante. Consta de treinta figuras de 19 centímetros originales de José Luis Malloi. El nacimiento en su totalidad posee una longitud de cuatro metros y medio, dos metros de profundidad y 80 centímetros de altura. La obra presenta cuatro escenas, el nacimiento de Jesús que sucede en la cueva situada a la derecha, en la zona inferior a la izquierda tiene lugar la anunciación del nacimiento del Niño Dios a los pastores junto a una gruta y fuente por la que corre agua natural, y en la parte superior se incluye la caravana de los Reyes Magos. El belén puede ser visitado de lunes a viernes de 9:00 a 17:00, los sábados y domingos de 9:00 a 13:00, el 25 de diciembre y 1 de enero permanecerá cerrado.
Si todo lo anterior, nos supiera a poco, tenemos la posibilidad de visitar el Museo de Belenes, de la calle de san Agustín número 3, en él se presentan diferentes aspectos del nacimiento y vida de Jesús. En su colección destacan los trabajos realizados por artistas pertenecientes a la Asociación de Belenistas de Alicante, y asimismo belenes procedentes de diferentes rincones del mundo que se caracterizan por su gran originalidad. La visita nos permite admirar diferentes obras que aúnan no solo arte, historia y tradición de España, sino que también de otros países de Europa, África, América y Asia, en él podremos sentir con nitidez el clima especial y mágico de la Navidad. La entrada al museo es gratuita, abierto de lunes a viernes, de 10:30 a 13:30 y de 16:45 a 19:45.
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