Es indudable que el edificio del Castillo de Santa Bárbara con su imponente estampa en las alturas de la ciudad constituye el símbolo principal de Alicante, aunque no el único. Si preguntásemos a un alicantino de pura cepa o prestáramos atención a la imagen que más se repite en las tarjetas postales de la ciudad, veríamos que después del castillo aparece el paseo de la Explanada. Este último lugar podemos describirlo como un característico y precioso paseo marítimo, y por este motivo en el presente artículo vamos a dedicarle unas breves, aunque merecidas y concisas líneas.
El inicio de esta avenida data del siglo XIX, en concreto en el año 1830 las autoridades municipales acordaron una nueva ordenación y planificación de la ciudad de Alicante desde un punto de vista arquitectónico y vial. Sucedió que tras los trabajos de nivelación de los terrenos junto al puerto, en el espacio que abarcaba las antiguas zonas de carga y descarga, quedó un considerable hueco que a la vez de libre se encontraba desaprovechado y sin función. No obstante, esto no duraría demasiado tiempo y pronto las autoridades convertirían aquella extensión en una avenida o bulevar destinada al paseo de los viandantes. Su primera denominación fue Malecón de Alicante, para cuya construcción fueron aprovechados restos de las murallas de la ciudad. De acuerdo a los planos y planes del arquitecto municipal, José Guardiola Picó, a la iniciativa del gobernador civil, Perfecto Manuel de Olalde y al alcalde, Juan Bonanza Roca nació un paseo marítimo con zonas ajardinadas; su segundo nombre, paseo de Olalde, en honor a uno de los autores de la idea. Antes de recibir el actual título de paseo de la Explanada, en 1868 sería bautizado como paseo de los Mártires de la Libertad, en conmemoración de los 24 fusilados de la sublevación de carácter liberal progresista comandada por el mítico coronel Pantaleón Boné.
La imagen, forma y nombre actual de esta arteria principal provienen de finales de los años 50 del siglo pasado. En la actualidad, posee una longitud de aproximadamente 500 metros, extendiéndose desde la Plaza del Mar hasta el Parque de Canalejas, todo ello rodeado por dos filas de palmeras a cada lado. Como curiosidad debemos destacar que las fuertes y enormes raíces de los árboles tienden a deformar el piso de la avenida, arqueándolo y en muchos casos destruyéndolo. Ha habido ideas que hablaban de la idoneidad del cambio de las palmeras por otras plantas menos »destructoras», pero finalmente se han desechado y se ha dado por aceptado que cada cierto tiempo es necesaria la reparación o sustitución de las piezas desfiguradas, a fin de que el paseo mantenga el esplendor de su piso tricolor. Probablemente, no sean ni las palmeras, ni las vistas, ni los edificios que rodean el lugar los que hacen que el paseo de Explanada resulte un lugar tan excepcional, sino que es su mosaico. Este fue colocado durante los años 1958-1959 bajo el mandato del entonces alcalde de Alicante, Agatángel Soler, 6 millones y medio de teselas cuadradas de 4 por 4 centímetros, con tres colores diferentes. El primero de los azulejos es del tipo, denominado: rojo Alicante, hecho de mármol procedente de la provincia de Alicante que adquiere una tonalidad apagada de color grana con desperdigadas leves manchas blancas, el segundo corresponde a un crema marfil o sea un blanco que tiende a beis y el negro marquina que adquiere el tono de un color negro con reflejos azulados. La distribución de los colores del mosaico simbolizan las olas del Mar Mediterráneo, tan intimamente unido a la ciudad.
La ilustre arteria respira vida por todas partes, permitiéndonos oír ya sea: el runrún de voces humanas, el zapateo de los constantes pasos, el chirrido de las cadenas de las bicis o de la música tocada por los músicos callejeros. Por su parte, artistas (pintores, magos y mimos) nos muestran su talento en busca de una ansiada propina. Alrededor se divisan múltiples cafeterías, restaurantes, bares, heladerías, tiendas de recuerdos u objetos hechos a mano. Desde el paseo se extiende la vista hasta el Castillo de Santa Bárbara por el norte, el Puerto Deportivo y el Puerto Mercante al oeste, el Parque de Canalejas al sur y la Casa Carbonell al este. En otras palabras, sin una vueltecita por el paseo de la Explanada, la estancia por Alicante no sería completa. Estamos ante un lugar tan simbólico y arraigado para la ciudad que incluso el himno de Alicante lo menciona.
Llegar al paseo resulta de lo más fácil, si hiciera falta, cualquier lugareño a la perfección os daría acertadas instrucciones; así y como recomendación os digo que vayáis en dirección al puerto, preferentemente por la Rambla de Méndez Núñez.
¡Buen paseo!