Ya se siente la recién entrada primavera con sus agradables temperaturas en la provincia de Alicante y con ello las ganas de pasar más tiempo a ese aire libre mediterráneo. Precisamente, pensando en aquellos que no quieren perder estos soleados días entre los muros de los museos o en las cuatro paredes de sus habitaciones de apartamento u hotel, hemos preparado una serie de entradas que tratan sobre pequeñas, pero ciertamente valiosas perlas que se enconden dentro de la geografía alicantina. La primera de ellas es Polop, una encantadora población localizada a 55 km de Alicante.

El pueblo ya nos sorprende antes de poner pie en sus límites. Desde la colina de Polop y La Nucía, se divisa la bella vista panorámica del casco antiguo que con seguridad incitará a tanto fotógrafos profesionales como aficionados a la toma de esas instantáneas, ya sea a través de los objetivos de sus cámaras o teléfonos inteligentes.

Los orígenes de Polop se remontan a los tiempos en que la parte oriental de la península era habitada por los íberos. Su considerable altitud, en lo alto de un cerro, le otorgó un alto valor estratégico para todos los pobladores de sus tierras. Antes de la Reconquista, Polop estuvo bajo el dominio de Jaime I de Aragón, para con posterioridad pasar a manos de diferentes barones. En 1520 la ciudad sobrevivió al cerco de los agermanados -grupo formado por campesinos y artesanos que luchaban contra la nobleza-. Ante esta situación, los atemorizados moriscos que vivían en aquel tiempo en Polop, decidieron refugiarse en el interior del castillo. A pesar de ello, muchos de ellos fueron matados a manos de los insurgentes. Continuando con los moriscos, digno de mención resulta el hecho que en 1609 fue aprobado un decreto que les obligó a abandonar tierras españolas. Dicha medida produjo una significativa pérdida demográfica, decreciendo la población del país aproximadamente en más de la mitad.

Después de múltiples turbulencias y contínuos cambios en la autoridad imperante, la baronía de la familia Fajardo ejercería las funciones de mando hasta la muerte del último Barón de Polop a mediados del siglo XIX. Durante el periodo de este dominio, Polop adquirió su actual nombre y territorio, que comprende la Marina Baixa, exténdiendose por los terrenos que bañan los ríos Guadalest y Algar llegando hasta la ciudad de Villajoyosa. Los Fajardo eran los señores feudales que disfrutaban de todos los privilegios y prebendas que proporcionaban sus títulos. Como consecuencia, todos los descendientes de procedencia árabe pasaron a ser vasallos de los barones. La coexistencia discurrió sin especiales pertubaciones, ya que los dos partes se necesitaban mutuamente. En otras palabras, el barón contaba con personas para cultivar sus tierras, a cambio sus subordinados recibían protección ante las posibles demandas de los reyes. Precisamente, en estos citados tiempos, Polop llegó a ser un importante centro de la costa levantina y su castillo se convirtió en una fortaleza que velaba por la seguridad de sus habitantes.

En la actualidad, Polop disfruta de gran popularidad entre los turistas gracias a sus construcciones de estilo árabe y a las vistas que pueden admirarse desde los puntos más altos de la población. Uno de estos lugares lo constituye el Castillo de Polop, el cual se alza en una colina que nos permite ver los bellos paisajes del valle bañado por los ríos Algar y Guadalest. Dicha fortaleza se encuentra localizada en el barrio del Cementerio Viejo, al cual podemos acceder a través del Camino del Calvari, que comienza en la plaza de la Iglesia. En su origen, el castillo era una construcción musulmana, erigida a principios del siglo XII, en esa época constituyó un importante punto en la región debido a su ubicación estratégica. A causa de las múltiples batallas y ataques sufridos por el castillo, su estructura original fue demolida. No obstante, parte de sus escombros sirvieron para construir los nuevos muros. En la actualidad nos han llegado restos de los muros originales, además del pozo, y la torre cuadrada que constituía el eje de las fortalezas musulmanas. Si visitamos Polop, merece la pena dirigirse a la plaza de los Chorros, donde se encuentra la Fuente de los Chorros con sus 221 caños, por donde fluye agua de manantial. Fue inaugurada en 1885, contando por aquellos tiempos con únicamente 11 caños. Sus aguas provenían de los manantiales: Sier y Terrer, manando estas del barranco del río Gulapdar. La fuente representa un símbolo del importante papel que cumplía para el regadío de los campos de la zona, ya que este sistema se presentó muy innovador y beneficioso. Era una realidad que con anterioridad el campo dependía casi exclusivamente del agua de las lluvias. En el siglo XVII, después de la expulsión de los moriscos, Beatriz Fajardo, por aquel entonces baronesa de Polop, ordenó la construcción de una acequia que posteriormente tomó el nombre de Riego Mayor de Alfaz del Pi; considerado como el canal madre entre los residentes. Gracias al agua aportada por el barranco de Salt, era posible abastecer y regar más de 1200 hectáreas entre las localidades de Polop, La Nucía, Benidorm y Alfaz del Pi, lo que en la época supuso un gran auge económico y demográfico de dichos municipios. Muy cerca de la plaza de los Chorros se encuentra uno de los más representativos edificios de la región, se trata de la casa del escritor Gabriel Miró, que anteriormente había pertenecido al compositor Óscar Espalá.

La última novela del escritor alicantino, titulada: «Años y leguas» fue en parte fruto de las observaciones y los pensamientos que generaban en el autor las vacaciones pasadas en Polop: el ambiente local y las conversaciones con los lugareños, etc. En fin, ¿quién sabe si este encantador pueblo podrá servirnos a nosotros igualmente de fuente de inspiración?