España podemos descubrirla de diversas maneras: recorriendo sus costas, tumbándose en sus magníficas playas, admirando sus monumentos históricos y bellezas naturales, visitando sus museos y galerías de arte, degustando su extraordinaria gastronomía, o viviendo su renombrada y animosa vida nocturna .

Es indudable que el carácter de España se ve influido por diversos factores, entre ellos se encuentra ineludiblemente la religión y las festividades católicas al que los españoles otorgan gran importancia. Una muestra de lo que supone la significación y ceremoniosidad de estas celebraciones cristianas, la constituye la Semana Santa; sus ceremonias se caracterizan por una singularidad e índole incomparable a la de ninguna otra Semana Santa del mundo (excluyendo a los países hispanoamericanos y Filipinas).

Es probable que para sentir y entender realmente España haga falta tomar parte al menos una vez en la antes citada manifestación cristiana. El presente artículo tiene como intención acercar esta tradición de fama internacional, y de ese modo poder sentir al menos una »pizca» del increíble clima que se vive durante esos días. La Semana Santa se celebra en todas las ciudades españolas siendo en cada lugar realizada de un modo particular y específico. A pesar de los rasgos diferenciadores, esta festividad tiene como denominador común su carácter emotivo que hace que multitud de personas,- ya sean lugareños o forasteros-, salgan a la calle. Unas jornadas, donde día y noche, las calles adornadas de selectos colores sienten el sonido constante de pasos humanos, tambores retumbantes, dentro del marco de una exposición de arte religioso. Todo ello con el fin de conmemorar los últimos días de Jesucristo: su pasión, muerte y resurrección. La Semana Santa se inicia con el Domingo de Ramos que rememora la llegada de Jesús a Jerusalén. El Lunes Santo recuerda la expulsión de los mercaderes del templo por parte del Salvador, por su parte el Martes Santo evoca al pronunciamiento de la pena de muerte de Jesús. El Miércoles Santo Judas traicionó al Maestro por 30 monedas de plata, el Jueves Santo la Última Cena. El Viernes Santo se rememora la muerte de Jesús en la cruz. Mientras que el Sábado Santo se recuerda que fue enterrado en el sepulcro, y se hace hincapié en el valor de la vigilia o espera. La Semana Santa concluye el Domingo Santo con el júbilo por la resurrección de Jesucristo.

Los ocho días que dura la Semana Santa se concentran principalmente en procesiones que se celebran a diario, rememorando la pasión y muerte de Jesucristo. Estas marchas son organizadas por las cofradías o hermandades, asociaciones de hermanos creyentes. El elemento fundamental de las procesiones lo constituyen los pasos, es decir, figuras que representan escenas de la pasión de Jesucristo, además de imágenes de la Virgen María y otros santos. Muchos pasos muestran a Cristo cubierto de oro. Otras hermandades portan figuras que representan los misterios: escenas antes de la muerte de Jesús, como por ejemplo: la llegada a Jerusalén, el juicio, el beso de Judas, imágenes de Jesús camino del calvario, la crucifixión, etc. Otras hermandades presentan a Jesús ya crucificado. Un paso muy conocido lo constituye el de La Virgen Dolorosa, cubierta de plata y presentando a una sufriente Virgen María casi siempre acompañada- ya sea por uno de los apóstoles o con el cuerpo de Jesús entre sus manos-. Todos los pasos de La Virgen Dolorosa son bajo palio. En múltiples ocasiones los pasos constituyen auténticas obras de arte de gran valor y siglos de antigüedad . Los pasos pertenecen normalmente a la iglesia o parroquia que lo saca en procesión; en poblaciones pequeñas suelen ser cuadros y figuras de no excesivo tamaño, en cambio en las grandes ciudades sus dimensiones son generalmente mucho mayores y transportados sobre grandes plataformas. Aparte del tamaño ya comentado, resulta destacable el honor que ostentan los costaleros que llevan y cargan a sus hombros el paso a lo largo de la procesión, sin duda estos se erigen en los miembros principales de la procesión. Su función radica en levantar, transportar y bajar la plataforma durante el recorrido. Estamos ante una ardua y fatigante tarea que exige meses de preparación. Muchos pasos pesan unas 2 toneladas y son portados por aproximadamente 40 costaleros, que durante ocho horas llevan en sus hombros aproximadamente cincuenta kilos de carga. Como dificultad añadida estos voluntarios se encuentran tapados y escondidos bajo la plataforma; y por ello se requiere la figura del capataz, persona que vela por la correcta marcha de la procesión. Los costaleros conducen el paso al ritmo de la música procesional, gracias a esto podemos tener la impresión de que las figuras se mueven por sí solas. Según la tradición cada hermandad posee un propio estilo a la hora de portar sus imágenes. Otros miembros que cumplen una importante función en la comitiva, lo forman los nazarenos. Estos últimos desfilan por parejas en solemne silencio, van vestidos con hábitos, sus rostros se encuentran tapados con unos gorros terminados en forma de punta, denominados capirotes, en las manos suelen llevar cirios, varas, candiles o farolillos. El color del hábito se diferencia dependiendo de la hermandad y posición que se ocupa en la procesión. Al frente de la comitiva se encuentra la Cruz de Guía, símbolo que remarca el carácter cristiano de la marcha. A continuación le sigue la banda de música, en regiones como Andalucía se distingue la figura del cantaor de saetas que dirige a la marcha procesional un canto religioso de estilo aflamencado. En algunos lugares la procesión puede discurrir en absoluto silencio. Otros miembros de la comitiva son los diputados de tramo, cuya función consiste en mantener la posición de la formación, igualmente tenemos a los monaguillos portando candelabros e incensarios, y a los penitentes, cargando con una cruz de madera por las calles en acto de penitencia. En lugares como San Vicente de la Sonsierra, en La Rioja, podemos ver a los flagelantes, que se autocastigan ante el público flagelándose las espaldas.

Como se puede desprender de nuestro artículo, la organización de esta extraordinaria tradición no sería posible sin la aportación de las hermandades o cofradías que tuvieron su nacimiento por el siglo XV, algunos dicen que incluso antes, allá por el siglo XIII. Estas agrupaciones fueron creadas por personas laicas que tenían como objetivo ayudarse en momentos de enfermedad, muerte, además de conmemorar los momentos de la pasión de Jesucristo. Precisamente, este anhelo de mostrar el dolor de Jesucristo provocó la salida a la calles, creando las marchas, las de luz: similares a las procesiones actuales. y las de sangre: en las que los participantes se »autocastigaban». Existen otras teorías acerca del nacimiento de las procesiones, que se refieren a las representaciones religioso-teatrales que se hacían en las iglesias. Con el tiempo esto se quiso acercar más al pueblo y por ello se decidió salir a la calle con más personas y escenas. Otro aspecto resaltable radica en la valiosa oportunidad de admirar por las calles el arte de la imaginería religiosa, de carácter predominantemente barroco, con sus corrientes principales: castellana y andaluza, durante la Semana Santa. Con seguridad, podemos afirmar que un afianzamiento de las procesiones se vivió durante el proceso católico de la Contrareforma como respuesta a la escisión protestante promovida por Martín Lutero. En otras palabras, esta división produjo una expansión y fortalecimiento de la tradición procesional en territorio español. Otro hito de gran importancia supuso la prohibición del autocastigo introducida por el monarca Carlos III; ya que no eran signos de piedad, sino simplemente un acto de exageración desmesurada. Posteriormente, en el siglo XIX se introdujeron las bandas de música, y a partir de 1960 empezó a crecer su fama internacional que continúa creciendo hasta nuestros días. La Semana Santa se encuentra clasificada dentro de las Fiestas de Interés Turístico Nacional, suscitando un enorme interés y las visitas en masa entre los turistas extranjeros.

Esperemos que el actual artículo haya podido acercar al público interesado ese extraordinario evento que constituye la Semana Santa en España. Nosotros solamente les animamos a que lo puedan vivir en situ y para ello que mejor sitio que Alicante y su provincia.